SANTO ROSARIO BÍBLICO PARA DIFUNTOS DÍA 1 MISTERIOS DE GOZO

Les comparto esta guía para rezar el santo rosario para nuestros difuntos. Solo es para el primer día, poco a poco subiré los días restantes para hacer el novenario. La guía está en tamaño carta y letra grande. Solo falta la letra de los cantos; espero poder compartirles después algo apropiado para ello.

La Sagrada Biblia que se usó y está citada es la de la Universidad de Navarra. Además de las secciones de cada misterio, se cita algo referente a creer en la resurrección de los muertos.

Lo comparto con el deseo de que se rece con devoción por nuestros difuntos y de que sirva a muchos, pero, sobre todo, que sea para honra y amor de la Santísima Virgen.

Coronita al arcángel san Miguel y los coros angélicos

Son tiempos difíciles, pero sin lugar a dudas obtendremos ayuda si invocamos al arcángel san Miguel. Por eso está aquí una coronita en su honor y en honor de los nueve coros angélicos, para invocar su protección y que la paz venga a nosotros y a nuestro mundo.

El formato es a dos hojas, a manera de cuadernito, con letra grande para quienes tenemos problemas de la vista o adultos mayores. Solo falta imprimirla.

Por cierto, la imagen de san Miguel que aparece en el pdf fue tomada en el municipio de Axutla, en México, porque ahí se venera, y se descargó de la página de facebook Axutla agua que brilla.

Sea para mayor gloria de Dios.

El asalto

Volvieron. Fue en la noche del 25, en las vísperas de la Reverberación de Santa Teresa la Mayor. Estaba acostada donde dormía antes de venirme a la casa de la ciudad. A la entrada del cuarto de teja, aquel galerón tan fresco porque era de adobe y que había hecho tío Talo hacía más de cincuenta años.

Ya era entrada la noche cuando comenzaron a llegar; los presentí poco antes porque sentí luego ese espanto sin motivo que suele anticiparlos. La piel se llena de pequeñas contracciones que erizan los vellos, en el corazón se forman bolsas de aire que ahuecan por dentro, y la mente se pone alerta. Y, efectivamente, llegaron. Pero ahora tenían pequeñas cabezas y no eran invisibles como suelen serlo. Además, tampoco era uno, grande, sino que eran muchos y pequeños; como cabras diminutas en manada se subieron arriba de mí, avanzando, trepándose por mis senos y deslizándose por mi vientre, alcanzando mis piernas y las puntas de los dedos de mis pies. Me llené de su fealdad en un instante y me convertí en un campo abierto, con una geografía hirsuta, árida. Y Pánico cabalgó desde los cuatro puntos cardinales como un viento. Violento. Creando un fuerte centro de choque.

En el momento en que me creí perdida recuperé la consciencia. Y volví sobre mí como quien se vuelve ansiando encontrar víveres para la supervivencia. Y así, en un jirón de mí sobre mí, pensé en Dios. Y confié. Al cabo de un rato, no sé dónde se formó un corazón, extraño, suave, vivo y al mismo tiempo dibujado, y supe que era tu corazón, y que ellos se marcharían sin secuelas ni vuelta, y que tú te quedarías conmigo. Y ya no importó que ellos permanecieran porque no podían tocarme, ya no estaba ahí padeciéndolos y temiéndolos; siendo mi cuerpo sobre el que caminaban, yo estaba contigo, junto a tu corazón.

Espanto

Volvieron. Fue en la noche del 25, en las vísperas de la Reverberación de Santa Teresa la Mayor. Estaba acostada donde dormía antes de venirme a la casa de la ciudad, a la entrada del cuarto de teja en aquel galerón tan fresco que había levantado tío Talo. Ya era entrada la noche cuando comenzaron a llegar.

Los presentí poco antes porque sentí luego ese espanto sin motivo que suele anticiparlos; la piel se llena de pequeñas contracciones que erizan los vellos, en el corazón se forman bolsas de aire que ahuecan, y la mente se pone alerta. Y, efectivamente, llegaron. Pero ahora tenían pequeñas cabezas y no eran invisibles como suelen serlo. Además, tampoco era uno, grande, sino que eran muchos y pequeños; como cabras diminutas en manada se subieron arriba de mí, avanzando, trepándose por mis senos y deslizándose por mi vientre, alcanzando mis piernas y las puntas de los dedos de mis pies. Me llené de su fealdad en un instante y me convertí en un campo abierto, con una geografía hirsuta, árida. Y Pánico cabalgó desde los cuatro puntos cardinales como un viento. Violento. Creando un fuerte centro de choque.

En el momento en que me creí perdida recuperé la consciencia. Y volví sobre mí como quien se vuelve ansiando encontrar víveres para la supervivencia. Y así, en un jirón de mí sobre mí, pensé en Dios. Y confié. Al cabo de un rato, no se dónde se formó un corazón, extraño, suave, vivo y al mismo tiempo dibujado, y supe que era tu corazón, y que ellos se marcharían sin secuelas ni retorno, y que tú te quedarías conmigo. Y ya no importó que ellos estuvieran encima de mí porque no podían tocarme; siendo mi cuerpo sobre el que caminaban, yo estaba contigo, junto a tu corazón.